jose maria

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domingo, 8 de enero de 2012

BORRACHERA DE PODER

... Debe ser el estramonio que abunda en nuestras tierras y que, por algún extraño motivo se ha debido colar entre las neUronas de mi sistema límbico, así como quien no quiere la cosa, como hoja de otoño que parece hacerse transparente al colarse en el corazón para destilar nostalgia y una lánguida poesía.
El Presidente del Gobierno de Cantabria tiene un brote narcisista con tintes paranoides que hace que piense que está en una pequeña aldea, en su estadito, al servicio de sus intereses y del Clan de los de Siempre, un grupo de aprendices de druida que le dan la pócima del desparpajo, la falta de respeto, el talante del perfecto resentido. La Mala educación parece ser
 la peícula preferida  de quien, a día de hoy, se cuestiona a sí mismo con su verborrea facilona, con ese deslizar las palabras para encontrar la siguiente; siempre bajo la premisa de no hacer prisioneros en su obsesiva y patética concepción de la vida política.
Los fantasmas del pasado le persiguen en sus pesadillas a quien hoy ha insultado la honorabilidad de Cantabria. Todavía suda por las noches pensando que es un cadaver político, una especie de muerto viviente del mundo parlamentario, entre las risas veladas de un joven apuesto que revolotea entre Joaquín Costa y Génova.
Diegorix, escribe su propia historieta, su aventura particular, dibuja sus enemigos, inventa sus batallitas, mientras su ejército de zascandiles, con espaditas de madera, dan mandobles al viento, gritando a palentinos, vascos, canarios, cántabros, "Quitad, apartad de mi camino, malditos!!!!"
Y Diegorix, hoy ha hecho que me sienta indignado. Pocas veces considero la estupidez humana como un síntoma de bajeza. Pero hoy mi pobre psoriasis resplandece en mi rostro. Insultar a una ciudad vecina, insultar a personalidades que acuden con voluntad global, con una visión distinta a la ceguera perversa de quien todo lo cuestiona, es intolerable. Y que lo haga el presidente de Cantabria, con ese disfraz de jefe de tribu, con el caso torcido, la espada de madera y el escudo de plástico, inaceptable. La borrachera de poder parece no tener límites. Se contagia, se pasan la barrica unos a otros en una orgía de discursos sin sentido, salvo cuando debe justificarse la inacción. La cobardía siempre suele ocultarse bajo el disfraz de los valientes que se baten en retirada gritando... "¡¡¡¡A por ellos!!!!"
Buscar escándalos, mientras sus escandalosas cantinelas tapan sus escándalos en ciernes. Rafael Moneo debe estar perplejo, al ver cómo se ningunea su proyecto por el módico precio de 22 millones de euros en un ambalache que más parece una timba de la aldea de Diegorix que una decisión política. Aquellos que promovieron el proyecto, que lo justificaron, que luego lo negaron, lo renegaron, lo pagaron, lo pararon...
Diegorix no tiene pudor, no se mira al espejo. Es el dueño y señor de sus delirios, de sus visiones de futuro.
Digorix ha visto la cena de los idiotas y se piensa que todos los santanderinos, que todos los cántabros comemos de esa mesa.
Convertido en personaje, en su estadito, reinventa las soluciones mágicas. Eureka!!
Todos los Geppetos del Mundo vendrán a Cantabria, para construir mueblecitos de madera a los que por algún lado les salga una naricita que crezca y crezca. Los ingenieros, médicos, farmacéuticos, historiadores, químicos, albañiles, músicos, empresarios, todos, serán contratados en los inmnsos campos de golf que reverdecerán en Cantabria, haciendo de las bolitas y los palos, su escudo de armas.
Y su pasión por el mar, por el puerto, por los pescadores, le invitan a pensar en los deportes náuticos como referencia del empleo...
Señor Presidente, soy cántabro, nací en Santander, amo a esta tierra, a mi ciudad, como la mayoría de los que aquí vivimos.
señor Presidente, representa usted, al menos hoy, la honra de mi familia por esta tierra, representa los sueños de mis hijos, de todos los hijos de esta tierra.
Señor Presidente, es usted la voz legitimada de todos los cántabros, de todas las clases sociales, de todas las esferas sociales, incluidos los políticos, sean del partido que sean.
Señor Presidente, aunque no le guste, es también mi presidente. Y lo acepto y por ello le respeto.
Señor Presidente, le exijo que respete mi respeto por usted. Que respete el respeto de todos los cántabros hacia el presidente de todos los cántabros.
Señor Presidente, salga del cuento, del TBO, de la viñeta, de la borrachera de poder que parece nublarle la visión de la realidad.
Señor Presidente, gobierne, respete a sus rivales, la fiesta ha terminado. Las gracias sin gracia empiezan a tensar y sobre todo, a preocupar. Muchos cántabros le han confiado el voto. El resto aceptamos su victoria.
No es tiempo de chascarrillos, de frases vacías, de planes sin contenidos. No niegue la esperanza de quienes la votaron, ni la voz a quienes no lo hicimos.
Señor Presidente, por favor, compórtese.

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