jose maria

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lunes, 30 de enero de 2012

LAS MILLAS SIN SEMILLAS


El edificio de Correos sigue su rutinario ajetreo interno. Sus bocas leoninas todavía tragan cartas, alimento que digiere sin entusiasmo aunque con disciplina. Miran sus piedras de reojo al Banco de España, susurrándose escuchos nocturnos cuando  el lejano antepasado de Hermes despierta con sus preocupaciones al adormilado Banco, que luce un aspecto reluciente, sabedor de que no está claro si alguien le invitará a alguna fiesta.
Las conversaciones secretas entre piedras, recuerdos y expectativas son fruto de las habladurías de quienes mantienen su mirada al mar. Edificios que reconocen la historia de la ciudad a través del reflejo de fotogramas que pasan entre las olas. Y en las noches de luna llena, cuando más bella está la bahía, adornada por un manto de estrellas, las voces de los edificios se vuelven más claras. 
-Banco, Banco... ¿Estás despierto?
-Sí, no duermo hace semanas. La verdad es que empiezo a sentir el insomnio como una pesadez. Me aburro, Correos. No sé que va a ser de mi existencia. Vivir no es solo existir y parece que mi vida se extinguió cuando cerraron mis puertas como Banco. La verdad es que el trabajo era tedioso, poco emocionante... Pero me sentía útil.
-Bueno, Banco, no te deprimas. Fíjate en estas gentes de Dios con las que convivimos. A mi me descartan y de repente me veo más guapo y lustroso. Ya has oído... ¡Es emocionante! Vamos a ser famosos, Banco!
-No sé, yo no quiero ser famoso, yo solo quiero sentir que mi cuerpo se despereza, que mi corazón late, que existo para Santander. Pero parece que se han pensado que no tenemos sentimientos, que pueden jugar con nostros al pito, pito, gorgorito... 

Estas eran las conversacioens monocordes de dos presencias sin un claro futuro, de dos trozos de historia de la ciudad, de escaleras donde los chavales esperaban a sus amigos y amigas, de alienos, esperanzas y sustos, de noticias esperadas e inesperadas. Historias de santander vividas bajo sus sombras, siempre discretos los dos, siempre sobrios, como formando parte del entorno desde siempre.  

-Oye Correos, ¿Me escuchas? 
-Sí, Banco, desde que me he enterado de que vamos a formar parte de una milla de la cultura no pego ojo.  Joder, qué nervios... Mira que este chico tiene ideas luminosas. Milla de la Cultura, la verdad es que suena bien. Nos haremos famosos, seguro que nos ocupan con esas tendencias que se extienden a lo largo y ancho del mundo conocido... Te lo digo porque me entero
 por las cartas, aunque últimamente internet me tiene desquiciado. Qué falta de respeto a la vejez!
-Oye, Correos, la verdad es que estoy muy preocupado. Fíjate el Halcón Milenario que nos plantan ahí al lado. Y encima nos dicen que es precioso. Me parece que nos va a tocar ser comparsas de lo de siempre.  El hacer por hacer, el lucir por lucir. Y encimase creen que nos hacen un favor...
-Bueno, Banco, no te pongas así, ya sabes que hay gente muy especial. Y que lo de la cultura se lo ha tomado muy a pecho el joven regidor. Aunque la verdad, no entiendo muy bien esto de la cultura. Pero si a ellos les da igual, a mi también. A mí, que me disfracen, que me pongan guapetón y a lucir palmito aunque sea detrás de esa cosa sin vida. 
-Correos, tú siempre has sido un poco díscolo y cotilla... Aunque no me extraña con la vida que has llevado.
Yo la verdad es que estoy harto. Tanta milla y tanta chorrada. Pero si no tienen un real. No tienen ideas que merezcan la pena, porque no son capaces de pensar que la gente que pasea, que todos estos que nos miran o que nnos ignoran, cada chavalito, tiene una historia, tiene una forma única e irrepetible de ser, de crear, de sentir. Estos chicos se han inventado la cultura y la han hecho suya, como si fuera un producto que venden a cambio de votos.  Ya se que no soy muy original, pero podían mirar hacia mis adentros. Coño, tengo sitio. Pero que venga alguien con sentido común, alguien que me haga sonreir. Correos, yo soy de Santander, como tú. Y aquí viene un italiano con aires de jugador de fútbol a ponerse delante nuestro...
-Banco, Banco, no seas quisquilloso. Ya sabes lo que piensa el alcalde. O estás conmigo o estás contra mi. Sí él es la cultura, pues a mandar. Porque si no, acabaremos siendo un Zara de Lux o cualquier otra cosa más horripilante. Banco, por Dios, no se te ocurra decir ni pio. Ya sabes que hablar alto y claro solo trae problemas por aquí....
La historia reciente, es decir, el presente recordado de Santander, parece entrar en los confines de la mediocreidad intelectual. Nadie habla de proyectos, nadie expone proyectos culturales, nadie parece considerar la cultura como un bien que forma parte del más elemental principio evolutivo de las personas y de los pueblos. El marketing cultural se ha instalado en las cabecitas de quienes ven en el "ramo de la cultura" un asidero político frente a la incompetencia para gestionar las necesidades de la ciudad.
Los semilleros creativos se fundamentan en el creer en las capacidades de los más jóvenes. Son espacios que deben ser cuidados, que aparecen en los fértiles terrenos de las escuelas, en los cultivos de las familias, jardines que a veces necesitan los cuidados de jardineros fieles, que entiendan el lenguaje de las flores cuando amanecen mustias. Los libros se secan en las estanterías, deseosas las palabras de volar a los espíritus inocentes que reconocen la fantasía como una realidad. La cultura no se mide en millas, si no en esperanzas, en sueños, en esfuerzos compartidos por conseguir que el bienestar tenga nuevas dimensiones, que la voz, la música, la letra o el dibujo, el movimiento o las imágenes, el abrazo solidario sean años recorridos y por recorrer. 
Hace tiempo pedí el uso del Banco de españa como dotación cultural, como espacio abierto, como factoría de las artes, a la vista que el siguiente contertulio en las noches santanderinas será el Palacio de Riva Herrera. El alcalde puso el grito en el cielo de las elecciones municipales. Ahora, en un berrinche, haciendo del frente marítimo "su" casa quiere hacer valer la casquería cultural como el rédito para 2015. Triste objetivo, creo.

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