jose maria

jose maria

viernes, 13 de enero de 2012

LAS TRES GRACIAS

 
... Cantabria, Santander, Santander, Cantabria, dicotomía sutil para quienes llegados  de los vastos territorios de una oposición tensa, terca, abrupta, enconada. Dicotomía que, en este instante, parece destilar el disfrute de la conquista del territorio como aspiración sin concesiones.
Y de la corte de leales vasallos se dibuja la Tabla Redonda, presidida por el hombre que blande en su mano derecha “La Espada de los Cien Días”, que sacó de la urna rocosa de forma casi milagrosa. Espada acreedora de mandobles que, según cuenta la leyenda
 en la voz del mago Rajoylín, podrán a Cantabria en el camino del empleo, la prosperidad, la transparencia y un estilo político tan respetuoso y elegante como eficaz.
Y mientras se organiza la fisionomía del cuerpo del Gobierno, las voces fantasmales del ladrillo y el turismo, turismo con minúsculas, turismo como el de toda la vida, según parece, el que se adapta a la chancla o a los tirantes, sin más criterios que mantener las playas con arena y las casetas llenas durante el brillante verano santanderino, donde las carpas se multiplican, en espera de que la que tanto denigran tan nobles caballeros, sea ahora fulminada de la Plaza Porticada. Si en otro tiempo esto quiso llamarse Santandeuropa ( o algo así), ahora podemos rebautizar el territorio como Carpander.
La visión quijotesca de los molinos enciende las pesadillas del noble caballero, monstruos enviados por el maligno para destruir la belleza natural de Cantabria. Y estos apuntes breves que nos regalan en sus discursos breves y concisos, configuran una parte (la que nos han querido mostrar) del fresco que se esboza en la política de los nuevos inquilinos de Puerto Chico.
Y como si de poner picas en Flandes se tratase, tres han sido las que han clavado en la Cantabria conquistada. Como faros de transparencia, buen hacer y contundencia en el arte de hacer política, en forma de aviso sabio a los ciudadanos… “Aquí, estamos, hemos llegado, no temáis, todo está escrito en el manual de la corte genovesa”.

            El velo de la Torre se descubre, dando luz a la nueva era de la educación. Educación sexista, en la que hombres y mujeres deben vivir y convivir, deben crecer y entenderse con criterios distintos, con paradigmas diferentes, incluso de espaldas a la última sentencia del TSJ, que languidece sorprendida al ser cuestionada con tanto desparpajo. Parece dibujarse repentinamente un mundo en el que niños y niñas acepten destinos dispares, cerebros que corresponden a necesidades incompatibles. Modelo que cuestiona la coeducación, la igualdad. Una forma de entender el mundo, lejana a la realidad emocional de las personas, en la que el compartir conocimientos que permitan crecer a través de la riqueza evocativa de hombres y mujeres puede ser cuestionada desde lo público. Una invitación a que las familias, centro educativo por excelencia, territorio de nutrición psicoafectivo de primera magnitud que busca a la escuela como aliada, repartan meticulosamente las tareas de aprendizaje y trabajo psicoeducativo…
Los papás que eduquen a los varones y las mamás que eduquen a las niñas. Y como decía la burda canción, los niños con los niños y las niñas con las niñas. La educación, el saber, el proceso de construcción de la identidad es un proceso complejo, que define al ser humano en sus principios más elementales de tolerancia, respeto, justicia e igualdad. La nutrición psicoafectiva es imprescindible dentro y fuera del sistema escolar. El mundo, la sociedad, es una constante interrelación de hombres y mujeres en una realidad cambiante, nunca compartimentada, global, donde la definición de reglas de convivencia es también evolutiva y produce crisis, cambios con velocidades que a veces no somos capaces de entender. 
            Tres Gracias, no sé si tan bellas, orondas y rebosantes de vida como las del lienzo de Rubens. Pero son tres las gracias que nos han dibujado en tan breve tiempo desde el nuevo gobierno.  Presentada la gracia de la educación, gracia sin gracejo,  Justicia se presenta con los ojitos vendados, no sé si para ser imparcial, o para no ruborizarse de la parcialidad, o para no mirar al futuro… Quizás sea el pañuelito blanco que cubre sus inocentes ojos, lo que produce el desatino. Quizás sea eso lo que hace que las listas de interinos derogadas  por convocatoria de oposición siga siendo la referencia para que el dedo político asigne las plazas de letrados.
Y Urbanismo, gracia, sonrisa, risa o carcajada, triscona y cachondona ella, susurrante y burlona.  Santander llora todavía la sequía de empleo, facilitada por los terrenos convertidos en estériles por decisiones escasamente juiciosas frente al Parque Científico. Decisiones que empujaron el macroproyecto del bunker del Banco de Santander hacia terrenos fértiles al otro lado de la bahía.  Pero la paradoja se refleja en la mirada de la “gracia del urbanismo”, en este extraño entender la transparencia política. Los mismos que no quisieron el bunker en Santander, gobiernan en Santander. Hasta aquí, todos de acuerdo. Alegría, alegría, demos de comer al burro y todos tan contentos. Pero los que, estando en la oposición hasta hace un mes, gobiernan ahora, tampoco querían el bunker en Medio Cudeyo. Y sus recursos lo demuestran. Y quien recurrió aquel PSIR, ahora dirige la política de urbanismo de Cantabria. Y si hace un mes y medio no estaba de acuerdo con aquella intervención, tiene ahora la posibilidad de ser coherente y parar la obra del proyecto de Botín. Estas paradojas, estos enredos, no son la mejor forma de invitar a la credibilidad en términos de transparencia.  Estos entuertos deben resolverse con coherencia política, claridad de criterios y honestidad política. El Príncipe de la Transparencia debe evaluar ya estas tres situaciones, estas “tres gracias”, no vaya a ser que, en poco tiempo, se convierta en el Príncipe de la calima, la bruma, la niebla… Y no es buena forma de empezar.


No hay comentarios: