jose maria

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viernes, 10 de febrero de 2012

EL MUNDO AL REVÉS


Hablaba el narrador uruguayo de La Escuela del desconocimiento.  Y cada noche me acuesto, cada día me levanto, con un desasosiego que no alcalzo a describir en su procedencia. Desde hace 15 años el mundo parece haber transformado su silueta de terrenos, de miradas, de abrazos, de sueños y esfuerzos, de sabiduría y creatividad, en una gran cagada disfrazada de una cosa obtusa, la globalización, que parece convertir al planeta en una celda de cristal en la que los seres humanos nos convertimos en productos de consumo incitados a consumir. Y así, poco a poco se nos escapa el espíritu del sentir, del coraje de sobrevivir, de encontrar breves espacios de felicidad en una fila, la fila de la vida de la que escapamos, cuando el cansancio y la espera nos hacen pensar en atajos al bienestar.
Y en oleadas de gilipolleces, de abstracciones que controlan los mercados con el objeto de supeditar las mentes a las necesidades de quienes exprimen el mundo, sentimos que renacer en nuestras ideas, en nuestra esencia, es ya una utopía.
El mundo al revés... Cuando quien persigue la corrupción, cuando quien rescata el pasado en forma de sufrimiento es condenado sin pestañear a 11 años de inhabilitación, cuando la justicia se devora a sí misma en función del color político del mar de nuestra existencia, cuando los políticos que huelen a corrupción, que abusan del poder, que como seres infantiloides cogen el poder como un juguete con el que atemorizar, reir, divertir sus famélicas vidas, levantan el pulgar en señal de victoria pírrica, algo es este país nuestro está enfermando.
Cuando las personas son tratadas como números de un expediente, cuando sus vidas, sus proyectos no valen más que los rendimientos de una empresa, algo tenemos que cambiar urgentemente. Salvo que queramos enterrar nuestra condición de seres humanos en el zoológico de la globalización. Los mercados... ¿Qué coño son los mercados? No son más que las mismas quimeras en las que se convierte la vida de muchas personas que siempre, durante décadas, habían traducido su vida en breves y sencillos axiomas: Trabajar, amar y sentirse amado, encontrar el lugar en el que enterrar sus huesos y disfrutar de esas estrellas fugaces que ocurren en la cotidianeidad y que rescatamos como maravillosos tesoros de bienestar. Oxigenantes instantes que nos permiten seguir de pie en la ventisca de la vida.
Y la crisis nos llena de discursos, de urgencias, de críticas que desaniman al más pintado. Y la crisis nos debería unir en objetivos de esfuerzos conjuntos donde cada uno de lo mejor de sí mismo para cambiar el rumbo del absurdo.  Y hoy sí. Hoy me he sentido especialmente orgulloso de esta ciudad. Que a veces pareciera que se mueve con lentitud, pero que, cuando siente que algo se arranca de sus entreñas, se levanta y dice ¡NO!
Los trabajadores de Teka, las familias, las 3 generaciones de hombres y mujeres que han levantado con su ilusión, su formación y su compromiso con un proyecto, esta empresa, son parte de nuestras vidas, de nuestra historia reciente, de nuestra realidad. Ni deslocalización ni huevos en vinagre. Las empresas son sistemas de relación. Son estructuras constituídas por capital humano, son sistemas evolutivos que se fracturan cuando se deja de creer en el la relación entre el producto y el trabajo realizado por el trabajador.
Mientras que pequeñas empresas, comercios de Santander hacen esfuerzos denodados por mantener a sus dos, tres trabajadores porque respetan la vida de quien comparte su suerte, mientras en Cantabria hay empresas que intentan mantener centenares de puestos de trabajo como parte de la filosofía de la propia empresa, Teka desmantela su planta de Santander, la empresa madre, sin pestañear.
Todos somos Teka, todos tenemos la capacidad de ponernos en el lugar de quienes han sentido suya la empresa, de quienes fueron comprometidos en ejemplificar la capacidad productiva, de innovación y desarrollo. Y en esta breve reflexión solo quiero decir lo que dije desde el principio. La empresa puede desmantelar su historia, puede pretender triturar 198 familias, pero antes deberá decir no a Cantabria, al Gobierno, a los agentes sociales. Las movilizaciones deben conseguir demostrar que la empresa no es solo facturación, sino responsabilidad social corporativa, evaluacion de la productividad, nuevas vías de producción, reinventando aquellos agujeros en espacios de nuevos proyectos.
La solidaridad parece medirse en términos de rendimientos económicos únicamente. Y así, no podremos construir una sociedad más equilibrada, convencida de que podemos mirar el futuro con esperanza.
Todos debemos estar frente a este despropósito. Todos debemos pensar en qué aporta Cantabria, Santander, su capital a quienes quieren emprender proyectos empresariales. Teka ha dado empleo, pero también los trabajadores, todos y cada uno de ellos han sido ejemplo de compromiso con la propia empresa. Y eso, al menos, exige el respeto mutuo a mirarse a los ojos en una mesa de negociación sin la carta marcada del ERE de extinción. Porque revisar, reflexionar, escuchar y entender, puede reconducir.
Al menos, así lo veo, así lo siento...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo totalmente

jgl dijo...

LO MEJOR Q ESCUCHE EN MUCHO TIEMPO

Begoña. dijo...

Qué nos está pasando? Hasta qué punto estamos dormidos, somos ciegos, sordos o nos estamos dedicando a mirarnos nuestro puñetero ombligo? Ayer, en la manifestación, éramos muchos, pero muy pocos si tenemos en cuenta el hecho de que, durante décadas, Teka ha sido una de las empresas que llevó el nombre de Cantabria por todo el mundo. Desde que tengo uso de razón los equipos de ciclismo y balonmano financiados por la mencionada empresa permitieron que esta región fuera conocida a nivel internacional. Teka es, sobre todo, Cantabria independientemente de que pueda tener fábricas en otros muchos lugares del planeta. Sin embargo, ni eso, ni la pérdida de empleos, ni la desmantelación del ya escasísimo tejido industrial, ni el empobrecimiento de nuestra autonomía son reclamo suficiente para que la población de Santander salga a la calle para gritar que “no vale todo”. La situación se justifica con palabras como globalización, libertad de mercados, balances financieros, pérdidas económicas,… sin pararnos a pensar en el mundo que estamos construyendo donde solo vale el “sálvese quien pueda”, el “mientras a mi no me toque” ó el “ese no es mi problema”. O, incluso, se justifica con la frase: “el siguiente en caer” como si eso fuera algo previsto, obligado, incuestionable e inevitable. Y, en este mismo sentido, critico a la inmensa mayoría de los políticos que no solo no están apoyando y sirviendo a la población (quizá la primera y más importante de sus obligaciones), sino que parece que el tema no es de su incumbencia. Es esta la sociedad que queremos? …. Por favor, conectemos el cerebro, dejemos de mirarnos el ombligo, movamos el culo y luchemos. Por Teka y por el resto de las empresas de Cantabria; para salvar las que quedan y para que se creen otras nuevas.

Anónimo dijo...

Soy hijo y hermano de teka, las cosas cambian...
Mi padre siempre era "envidiado" por trabajar en una empresa modélica, las cosas cambian...
Recuerdo ir de niño a merendar al parque "de la vaca" con mi madre y ver salir a las 6 a los trabajadores corriendo, las cosas cambian...
Recuerdo ir a la bolera del 4º piso (curiosa y única donde las haya) a múltiples eventos deportivos y sociales, las cosas cambian...
Ahora todo se apaga: las envidias, los eventos, los puestos de trabajo, un trozo de nuestras vidas... pero la esperanza, el orgullo, la lucha, los recuerdos... no se apagan...esas cosas no cambian!
GRACIAS a todos los que comparten y empatizan con nuestra causa, porque comparten nuestra lucha, nuestros anhelos, nuestra suerte... nuestras vidas...