jose maria

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viernes, 16 de marzo de 2012

ADOLESCENCIA. DISCURSO DE CAPACIDADES


...Mira sin mirar, ojos auzles transparentes, negros azabache, marrones melosos, verdes agrisados, ojos que no vemos, que no miramos, ojos que percibimos pero no sentimos. Ojos que miran el mundo desde sueños, temores, fantasías, universos de pasión. Manos que se mueven como alas de pájaros que quieren volar sin saber hacia donde. Risas, frustraciones, alegrías, sorpresas, deseos de explorar el mundo, mirando de refilón la sombra de padres que descubren arenas movedizas donde antes había caminos de tierra, sólidos, claros, definidos.
Adolescencia, limbo de seres que no son niños, que no son adultos. De personas que no miran la realidad que les dictamos para no sentirse observados. Un momento de la existencia, un salto al vacío existencial, una cabalgada por el descubrimiento del propio cuerpo. La danza de los cuerpos que se reconocen, reconociendo las diferencias, el gozo, la angustia, el amor como eclosión volcánica.
La adolescencia, etapa dolorosa que retira la piel de la infancia como un desgarro del alma que s descubre al mirarse al espejo de la existencia.
Y siendo el trayecto vital más extraordinario, se convierte en muchos casos en el más sórdido de los trayectos, a la spera de que alguien o algo los consagre como adultos preparados para poducir y consumir.
El mundo adulto no habla de la adolescencia. O si lo hace, es esperando que esa extraña deformación de la evolución de la persona, pase pronto.
La representación social de la adolescencia convierte a ésta en una etiqueta con tintes negativos. Si la perspectiva es  puramente social, todo es botellón, fracaso escolar, violencia filio parental, consumo de drogas... Programas o realitys que nos muestran adolescentes brutales, sin control, bajo la mano de adultos que los enderezan según los valores de su Olimpo, sin escuchar la voz de quienes se abren camino por un mundo que les hemos construído como si fuera un gran zoológico en el que poder moverse sin molestar hasta que puedan abrirle las puertas a la gran reserva natural. Desde el ámbito psiquiátrico, muchas conductas adolescentes pueden ser identificadas como patológicas, cuando en realidad forman parte del propio estadio evolutivo de reacción adaptativa que permita su individuación. Construir identidad es difícil cuando los moldes sociales son cada vez más rígidos. Y si la mirada es familiar, los padres se angustian en una etapa del ciclo vital que ya no controlan, en la que ya no son la única referencia afectiva, emocional, relacional. Adolescencia y el discurso del déficit. 
Y yo, estúpido de mi, toda la vida entendiendo adolescentes, trabajando con ellos en colegios, descubriendo la inmensa capacidad creativa que perdemos las personas cuando cauterizamos el impulso creador en estos maravillosos años de incertidumbres, magia, exploración y descubrimiento.
Pues sigo siendo un estúpido feliz.  Y es por eso que creo profundamente en el DISCURSO DE LAS CAPACIDADES. Nno de las que quremos que expressen, sino de las que son capaces de expresar libremente. Hoy pienso en instantes del proyecto que desarrollamos mi querido amigo Nazim Zárate (por Wacho seguro que le conocéis) y yo. Un saxo maravilloso, un alma adolescente, un corazón sentado en las montañas de la creatividad, una mente poblada de conocimientos.   Un proyecto que ha arrancado hace dos semanas en un colegio de la ciudad. Un proyecto que solo pretende que los adolescentes descubran sus capacidades a través de la música. Todas las que sientan que tienen, las expresadas y las no expresadas. Capacidades deseadas, sueños silenciosos o silenciados. Y en ese camino andamos, con el fin de resignificar la adolescencia como la etapa más importante de la vida. Como el momento en el que la creatividad es libre, expontánea, fuente de sorpresas.  Un semillero creativo que recuerde a los jóvenes que pueden enseñarnos muchas cosas, que necesitan ser escuchados, recogidas sus necesidades.

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