...Un solo día puede dejarnos perplejos entre declaraciones, noticias y posturas y postulados.
Parecieran salidos de una logia secreta, a caballo entre el vampirismo y la avidez de poder. La experiencia del Pleno del día de hoy en el ayuntamiento de Santander ha sido verdaderamente poco edificante. El sillón del pleno convertido en el trono del príncipe de la soberbia, presumiendo del tesoro del poder que guardan bajo llave en las mazmorras de la memoria. El consenso como pantomima, la participación de los ciudadanos de Santander como mero instrumento para conseguir acallar cualquier atisbo de oposición de pensar alternativo, de ideas que den sentido a una ciudad que sienta que tiene futuro, el de sus propios ciudadanos.
El abuso de poder utilizando la moderación de los debates como espacio de exclusividad de quien piensa que puede dar lecciones de política a cualquiera que no curse con sus ideas aprendidas en la academia de narcisos populares. La altivez, la falta de humildad, el discurso fácil y desprestigiados del prestidigitador de las infografías, el muchacho que mira sin mirar, que no puede rectificar. Hoy ha sido un día penoso para el ayuntamiento. Aprobar unos presupuestos que mienten a los santanderinos, que hacen pasar por buenas las ilusiones y artificios numéricos de unas cuentas que ya no son reales, que nacen muertas cuando el el mismo día, en el mismo acto político, en el que el PP aprueba su presupuesto, se modifican las tasas de basura, alcantarillado y agua sin más criterio que el que el alcalde presentó de viva voz en el Consejo de sostenibilidad de hace 5 días. Sin informes, sin datos, sin documentación, todo a pelo. Informes fantasmas que rondan por las filas populares sin que lleguen nunca al resto de los miembros de la corporación. Presupuesto que es una pesadilla en la que todo vale. No hay ingresos... Salvo los recaudatorios. Lo demás, ya veremos, Santander.
Mientras la deuda del ayuntamiento es escandalosa, el príncipe del ilusionismo habla de una reducción del déficit en la ciudad. Déficit de 16. 000 desempleados. Déficit de ilusión, déficit de compromisos. Déficit de expectativas, déficit de proyectos, salvo los juguetes que le han traído los reyes magos.
El pago del Mundial de Vela, las inversiones del Cabildo, las políticas municipales de empleo, el pago de crédito, el pago del descalabro que supuso la desastrosa gestión municipal del proyecto de las Cocheras nuevas del TUS y los talleres municipales... Dependen de que se consiga el ingreso del convenio urbanístico con Caja Cantabria en Cazoña. Una Ordenanza de Limitación del Aparcamiento que recauda sin regular, que se convierte en la única fórmula para pensar en resolver los gravísimos problemas del tráfico. El peatón, el ciudadano, sigue siendo para el alcalde una molestia que irrumpe en el circo del vehículo, en sus concesiones y cánones, que se cuela por sus carriles bici caprichosos y se permite el lujo de pedir desplazarse caminando. Dios mio, qué ordinariez.
El control social es una prioridad en épocas convulsas, de crisis que afectan a todas las estructuras de la sociedad. El discurso del miedo, la inoculación del pánico, la aceptación de las pérdidas sin rechistar, es una vacuna contra la evolución, es una forma de paralizar sin que lo parezca.
El Rey de la Montaña, porque de Cantabria poco quiere saber, ha ilustrado la forma de hacer política cuando no se sabe qué hacer con el poder una vez obtenido de forma obsesiva. La falta de respeto, la nula capacidad para gestionar las posibilidades de Cantabria, ha llevado al rey montañés, Diego, a subirse a su pedestal de cartón piedra y declara que la miseria es difícil de gestionar.
Los excesos verbales del presidente de Cantabria necesitan réplica. Alguien tiene que decirle que ya ha perdido el norte. Que no tiene más dirección, más brújula que los mandados de Madrid. Llevan 9 meses diciendo que Cantabria es ingobernable. Llevan 9 meses escupiendo bilis contra los anteriores gobernantes solo para excusar su incapacidad para dar soluciones. Diego el politólogo, el hombre de "estadillo", nos habla de difuminar las autonomías, de diluir Cantabria en una nebulosa. El rey montañes, voz exclusiva, única letra en la narrativa política de una situación insoportable. ¿Qué sabrá de miseria?
Miseria es pobreza, es exclusión, es sufrimiento. Miseria es injusticia, es insolidaridad. Miseria es sentimiento de ausencia de futuro, mirar a los ojos de los hijos y llorar. Miseria es miedo, es petrificación, es una tumba en vida.
Pero hoy se ha producido un acto de miseria intelectual, de miseria política. No dar lo que se tiene, no tener miras para con tu tierra y tus ciudadanos, aceptar que la cultura es un pasacalles sin esperanzas es miseria. Resulta francamente miserable. Demoler el trabajo de los antecesores es miseria, hacer desaparecer sonriente un proyecto educativo de carácter internacional es miseria. Miseria que comparte el alcalde de Santander. No tuvieron pudor cuando hicieron el recortable de Santanderuropa, pero ahora dejan pasar el proyecto cultural y educativo más internacional que tenía Cantabria en Colegios del Mundo.
El domingo, el alcalde correrá la Maratón Santander 2016 encantado de la vida, sudando delirios de grandeza. Y mientras corra, sabrá que se está desguazando Cantabria de forma calculada en un baile de discursos que aprovecha la oportunidad de la ansiedad de la gente, del miedo de las familias. Y pasará por el muelle y sonreirá mientras piensa en lo divertido que es jugar al monopoly con la ciudad de Santander, con el frente Marítimo, mientras proyectos de profundo alcance cultural se disipan en la niebla intelectual que parece haberse apoderado de nuestra tierra. Sin voz, sin queja, sin esperanza.
Pero no me resisto a aceptar que la miseria de quienes gobiernan definen como miseria la realidad de Cantabria. Hoy no me siento poético ni creativo. Solo preocupado, muy preocupado.
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