¿Estamos
ante un país perdido? No lo creo. Nunca
lo he creído. Estamos ante una situación nueva, nunca vivida de forma tan
angustiosa por parte de tantos ciudadanos, de tantas familias. Estamos ante una
nueva realidad que todavía no se ha definido en el espejo de los derechos de
los ciudadanos. Sacrificios, esfuerzos, palmaditas en la espalda de ministros
alemanes que no sabemos de dónde vienen ni hacia dónde van, consejos
paternalistas de una Europa que se pierde en el ovillo de sus propias vanidades
individuales. Sacrificios y Reformas. Quizás sean las reformas el altar de los
sacrificios en el que inmolar una parte de los derechos ciudadanos para no
enfadar al Olimpo gobernado por la diosa germana que arrulla las desgracias de
sus vecinos mediterráneos.
Cuando
he tenido que pensar en la Reforma Laboral, he llegado a la conclusión, quizás
no compartida, de que se trata de uno de los decretos que determinará un cambio
drástico en la forma en la que los ciudadanos españoles entendemos la realidad
o la hemos entendido durante los últimos 30 años. Parece que el Gobierno de la
Nación está dispuesto a salvar a este país mediante su esquema mental, solo el
suyo, quizás porque considere que el gobierno anterior hizo lo mismo. Y así,
más de lo mismo. Llegar al poder y
hablar de miseria, de calamidad, de imposibilidad de gestionar, es decirle a
los ciudadanos que no opinen, que no
reclamen, que no se esfuercen… Ya votaron, ahora, a callar y esperar. Esa
parece la consigna que poco a poco cala en la mente de una buena parte de los
ciudadanos. Solo sacrificios, solo aquellos que nos dicten los dirigentes
mientras siguen mirando hacia atrás.
Las
empresas, desde mi punto de vista, son sistemas abiertos de relación con
objetivos productivos sujetos a las fluctuaciones
del contexto económico y social.
Las
empresas requieren financiación con el objeto de soportar las tensiones de los
mercados.
Muchas
empresas, y ejemplos tenemos en Cantabria que están soportando la crisis con
coraje y ejemplo, han reinvertido en la misma sobre sus propios dividendos, con
el respaldo financiero necesario en situaciones de crisis, es decir, de
crecimiento o de retracción.
Y la
sociedad es un conjunto de personas con
diferentes formas de ver el mundo pero que convergemos en algunos aspectos
claves que determinan la capacidad evolutiva del conjunto. Quizás por mi
condición de terapeuta de familia, considero que las empresas recuerdan en
cierto modo a las familias, de hecho las empresas familiares son estructuras
complejas y específicas. Sistemas con diferentes roles, pero objetivos comunes.
Y sin embargo, a partir de la reforma, posiblemente la justicia social, la
cohesión, empiecen a sufrir una brecha entre quienes tengan acceso a una nueva
concepción del bienestar y los que no accederán.
La
reforma laboral es el cuestionamiento de las relaciones entre empresarios y
trabajadores.
La
reforma laboral es el fracaso del Gobierno para generar cambios reales y
eficaces del modelo productivo imperante hasta hace 4 años.
La
reforma laboral atenta contra la parte esencial
del sistema empresa desde el punto de vista socio económico: el capital
humano.
La
reforma laboral es la prueba del atrincheramiento financiero respecto al apoyo
necesario al empresario.
La
reforma laboral es prueba de falta de sensibilidad, de respeto al derecho al
trabajo con unas garantías mínimas para pensar en futuro. Es la forma más
drástica de cuestionar el futuro profesional de los jóvenes que salen de las
universidades con una venda puesta en los ojos.
La
reforma laboral limita la implicación potencial de los trabajadores en la
empresa, al ser activos productivos solo en función de los resultados
económicos a corto plazo. Y como consecuencia, cuestiona algo tan importante
como la fidelización del trabajador en un proyecto empresarial que pueda
considerar propio.
El
perfecto discurso del miedo, la certeza de que no tenemos más agenda que la que
marcan países que solo velan por sus intereses, ha conseguido convencernos de
que no podemos hacer nada que no sea lo que nos indican los portavoces de la Europa ricachona en la Moncloa.
Es
como si estuviera planteándose una paradoja extravagante: La recuperación
económica vendrá de la mano de la vulnerabilidad de los trabajadores, de la
derrota de la economía real y del desmantelamiento progresivo del estado de
bienestar entendido como un bien de todos. Alcanzado por todos.
Por
eso, lejos de mirar hacia las bondades de la reforma laboral, seguiré
trabajando en Santander con el apoyo del grupo municipal, del comité local, del
propio partido regionalista, por medidas que favorezcan realmente las
posibilidades de los empresarios, la financiación de sus proyectos, la
liberación de suelo industrial para facilitar el desarrollo empresarial.
Estamos decididos a desarrollar el Pacto Territorial para el Empleo. Siempre lo
hemos estado. Participamos en todos los escenarios en los que el empleo sea la
referencia. Porque es el empleo, la confianza de los empleadores, la confianza
en la relación, lo que da la medida del esfuerzo que los trabajadores pueden
hacer cuando se les pide que desplieguen todas sus capacidades. Y eso es lo
importante en este momento, que los trabajadores sientan que se les pide el
despliegue de todas sus capacidades para salir, entre todos, de esta situación
que se vislumbra insoportable.
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