jose maria

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lunes, 15 de octubre de 2012

TENEMOS UN PLAN O… ¿TIENEN UN PLAN?

No sabía cómo empezar esta tribuna hasta que unos días, un trovador municipal, me recordó un deseo que amaneran los detractores y rivales políticos en acrónimo deslucido. Santander para toda la vida. Y encantado contemplo que las musas se pueden vestir de divinidades artísticas o de bufones, pero siempre cumplen su función.
El Plan General de Ordenación Urbana, documento apergaminado que los relojes y calendarios de la realidad dejan obsoleto ante la mirada de quienes intentan dibujar como escribanos del pasado, la foto en sepia de Santander, gritaba enredado en la mazmorra del Ayuntamiento para liberarse y verse reflejado en el propio territorio.
Santander necesitaba un nuevo Plan. Lo necesitaba hace 7 años, cuando el milagro económico español basado en el ladrillo todavía brillaba. Praderías rusticas que lloraban ante la seguridad de ser violadas por las máquinas para apuntalar más y más viviendas que, poco a poco fueron adornando cartelería naranja, verde y amarilla en sus lánguidos ventanales con el estigma de “se vende”, hoy una enfermedad crónica inmobiliaria e inmovilista. Y la capital de Cantabria hoy necesita de un Plan que ordene, que regule la realidad territorial sobre la que los ciudadanos definen ciudad.
El mismo día en el que se aprobó el Plan General de Urbanismo, se aprobó un documento político, el Plan Estratégico, herramienta que pretende conocer la realidad narrada por los ciudadanos, pero sesgada por los condicionantes de los caprichos del alcalde de Santander. Y de esa forma quedó demostrado que los ciudadanos, los santanderinos y santanderinas son invisibles para quienes redactan su destino.
Una ciudad no es un territorio delimitado en el que echar seres humanos a que apañen la existencia. Santander es una historia contada por las vidas de quienes generación a generación han contado su existencia, sus vidas, han explorado y conseguido sus sueños, han hecho de un espacio, del mar, de la Bahía de Santander un lugar solidario, un lugar donde apuntalar el futuro que los propios ciudadanos determinan. La ciudad no es hormigón, ni tulipanes, ni edificios vacíos de contenido. La ciudad, sus espacios públicos, lo son porque cobran vida con la presencia de las voces y las vidas de quienes las transitan y las viven. Y eso es lo que los santanderinos necesitamos.
Siete años secando proyectos. La pasada legislatura, Santander quedó encarcelada en la celda de las vanidades del alcalde, impidiendo que se desarrollaran proyectos como la sede administrativa del Gobierno de Cantabria en Puerto Chico,  el Palacio de Justicia, la ampliación del Campus de la universidad, el Cabildo, las soluciones a experiencias trágicas de nuestros vecinos, como lo fue la incertidumbre y angustia sobre el edificio arrasado por las llamas en Tetuán, el proyecto de la Remonta… Incluso el alcalde de Santander supeditaba a la aprobación del Plan el proyecto de Valdecilla en la penúltima aprobación provisional del que quería fuera “su” documento.
El grupo Municipal regionalista durante los últimos cinco años ha mostrado su actitud para con Santander. Velar por los intereses de una ciudad que necesita convertirse en referencia para sus propios ciudadanos. Una ciudad que capitalice la identidad de Cantabria, que mueva su mirada hacia un horizonte que vislumbro como el mejor de los posibles. Una ciudad que se signifique como referencia universitaria de primera magnitud. Una ciudad donde la ciudad empresarial frente al Parque Científico muestre el desarrollo de los nuevos modelos productivos traducidos en miles de empleos directos e indirectos, empresas que se nutren de santanderinos y el resto de cántabros para su actividad. Una ciudad donde la cultura se diseñe no a través de edificios a los que se engaña. No hay más que ver el llanto del Escenario Santander, la depresión del palacio de Riva Herrera o el sueño apático del Banco de España.  Una ciudad donde los trazados y vialidad hagan hegemónico al peatón como ejemplo de legitimación de su presencia como ciudadano, como parte activa de la definición de ciudad.  Y durante 5 años hemos alegado para enriquecer el Plan. Nuestra apuesta de Santander como ciudad productiva sólo fue escuchada a regañadientes, al calificar como productivos más de 600.000 metros cuadrados frente al Parque Científico que iban a ser destinados a viviendas. Abogamos por una ciudad en la que los conceptos de calle de todos, la cirugía urbana en el casco urbano consolidado  no convirtiera a determinadas zonas de Santander en ciudades dormitorios dentro de la propia ciudad.
Y después de 7 años, con la peor crisis conocida en los últimos 35 años en la capital de Cantabria, como en el resto del país, hemos dicho sí al Plan General de urbanismo. Hemos dicho sí a las necesidades inmediatas de una ciudad que sangra desempleo, que sangra por sus heridas jóvenes que se van sin saber si podrán volver. Hemos dicho sí al compromiso con la capital de Cantabria, con su futuro. Resulta penoso hacer de nuestra posición una verborrea política en el Pleno Municipal. Un alcalde que en vez de agradecer apoyos sólo tiene como ocurrencia decir que hemos votado sí por el clamor popular. Santander no clama, tiene como costumbre aguantar de forma más o menos silenciosa las embestidas de la vida.
El alcalde de Santander debe recordar que Santander no está en venta. Que las políticas de gestión público privada deben estar al servicio de los ciudadanos. Los planes especiales del frente marítimo y Ordenación ferroviaria deberían ser ejemplos de participación ciudadana masiva, en la que comprometer a los santanderinos en el futuro de nuestra ciudad. El Partido Regionalista es también santanderino, lo es en sus raíces, en las de muchas personas que quiere construir ciudad de futuro no sólo a golpe de edificabilidad, sino de modernidad y empleo.   Nuestro sí quizás no tenga interés para quien piensa que Santander es su escenario político y personalista. Nuestro sí a Santander lo es porque creemos que Santander necesita oxígeno. Un oxígeno que el alcalde no ha dado durante la pasada legislatura encarcelando a la ciudad en la ausencia de Plan. Hoy estaremos atentos y críticos, para evitar que el Plan se convierta en la camisa de fuerza de la propia ciudad, de los santanderinos. Y es por eso que pediremos al Ayuntamiento que la ordenación sea eficaz, que los técnicos municipales sean los garantes del desarrollo, que se implementen las herramientas de control y evaluación de las intervenciones que el Plan favorezca. En el peor momento  de la historia moderna de Santander, la ordenación territorial se hace imprescindible. Y la permeabilidad del documento, pero sobre todo de los gobernantes debe permitir que la voz de las necesidades de los ciudadanos se convierta en escuadra y cartabón que dimensione nuestro futuro, el de todos los santanderinos. Santander solidaria, hospitalaria, culta, productiva y creadora. Ese es nuestro espíritu de futuro para Santander.

José Mº Fuentes-Pila Estada

Portavoz del Grupo Municipal regionalista en el Ayuntamiento de Santander

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