jose maria

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miércoles, 27 de marzo de 2013

...LAS AULAS...

El Padre Palacín,  andaluz de ojos saltones horondo, de infinita calva brillante como un sol de verano, intolerante con lo que su alma de niño consideraba indecente mientras se reía de sí mismo cuando yo, a mis 16 años, veía el mundo desde una balsa a la conquista de la libertad y la justicia. Y como era un José Antoniano de camisa azul bajo la sotana, yo le escribía los exámenes de Historia en rojo. Y siempre me ponía un 9... Porque miraba el examen, los folios al contraluz del atardecer en aquel inmenso colegio en medio del bosquejal de Pozuelo de Alarcón y decía en voz alta... Es rooojoooooo!!!!!
Me miraba y decía entre una graciosa afirmación con tono de interrogación... ¿El examen?
48 jóvenes en el aula, 5 aulas en cada curso. Inmenso campo de nabos en aquellos terrenos que habían adquirido los curas para construir un moderno Colegio, dejando el solar de un barrio céntrico de Madrid.
La educación. Obligación, necesidad, experiencia emocional, realidad del descubrimiento del mundo desde territorios protegidos. La Escuela Pública era como una especie de beneficencia, de lugar para proscritos, donde los maestros laicos se partían el cobre con los fundamentos de lo que supone imaginar un mundo de personas libres. Han pasado 35 años de aquellas experiencias a través de las cuales, como bosque pantanoso, avanzamos hacia nuestros deseos e ilusiones, mirando el futuro con el ánimo de quienes creen que todo es un sueño pero que apuntalan cada instante con el escarpín de la ilusión y el esfuerzo.
La Educación, idea y concepto, realidad y ficción que, hoy por hoy produce las incertidumbres de quienes creemos que las aulas son espacios de relación y conocimiento, de socialización y exploración. Para quienes consideramos la Escuela como un maravilloso sistema abierto, al igual que la familia, donde se cuece a fuego lento el talento, la creatividad, las capacidades... O al menos, así podría ser.  Pero la  idea, tal vez ya trasnochada por utópica se convierte en papel higiénico en los retretes de la Moncloa, haciendo que el perrito de Scotex sea el mensajero de Rajoy hasta llegar a los despachos de Peña Herbosa para revisar los recortes que permitan que este país vaya pareciéndose cada vez más a un Estado Medieval en el que entre diezmos e impuestos, la escuela vuelve a ser la del maestro que tiene la obligación ética de no dejar en el analfabetismo posmoderno a los más jóvenes del lugar.

Mientras no revisemos la realidad de las aulas, la situación de los maestros y maestras, profesionales, junto con los sanitarios de máximo reconocimiento por parte de la población pero esquilmados en cuanto a salarios y apoyo. Es posible que en pocos años veamos un paisaje social que ya se vislumbra.
Los colegios privados, con "formaciones de excelencia" en los que la élite del país acude lustrosa,  hablando alemán entre pasillos, la clases media haciendo esfuerzos denostados por llevar a sus infantes a colegios que "aseguren futuro", mientras los maestros de las escuelas públicas se convertirán en terapeutas furtivos de niños en situación de dificultad, procurando que la esencia humanista de la educación permeabilice en sus almas, volviendo a los 40 y picos alumnos por aula. Es llamativo cómo poco a poco se van llenando las universidades privadas, incluso con la angustia de muchos jóvenes por no poder acceder a la Universidad Pública e incluso quedarse fuera del selecto grupo que tendrá plaza en la universidad privada a tenor de 1.500 euros al mes. El caso más llamativo y dantesco es el de Medicina, donde miles de jóvenes vocacionales y con notas que ´se quedarán al borde de los 12 o 13 puntos que piden en las Facultades, se desesperan sabiendo que muchos padres tendrán que vender bienes para que ellos puedan estudiar.
La educación es el alma corporativa de la sociedad. Y los maestros, sus custodios y valedores. España no se merece este castigo a su futuro, un futuro en manos de 4 Iluminatis, o 400, no sé, que harán de este territorio su patio particular. La Educación de Calidad es un derecho fundamental. Porque es el equipaje emocional y cognitivo que permite discernir la complejidad de la realidad. La Educación es el hilo invisible de la construcción del árbol cultural de un pueblo. Revisar e invertir en educación no es una elección. Es una obligación ética. Los jóvenes se están educando a través de una escuela que, ni siquiera es la de la vida. Es la de una realidad que se ha construido para ellos, para narcotizar el pensamiento crítico. Los medios de comunicación y las nuevas tecnologías deben estar al servicio de los agentes educativos, de quienes integran en los procesos de aprendizaje aspectos relacionales en un contexto global en el que el individuo no puede diluirse como gota de agua en el océano. Escuela y Familia son dos sistemas de relación esenciales en la definición del tejido social en el que crece cada persona. Y de la intersección de ambas se pueden crear espacios enriquecedores que favorezcan nuevas fórmulas de relación que lleven a mayores niveles de exigencia de los ciudadanos hacia los políticos que solo miran hacia las fechas electorales con la única obsesión de mantenerse en el poder. Un poder deslegitimado si no se gestiona con la consciencia de que dimana del pueblo.


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