jose maria

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jueves, 28 de noviembre de 2013

FOTO. AUTOR: LUIS CHICOTE




FOTO: AUTOR. LUIS CHICOTE

UNA FOTO, UN PENSAMIENTO

Cerré los ojos un instante. Solo fue el deseo de volar, de sentirme libre, de no mirar. Y en ese segundo de vida, mi cuerpo se paró. Aquí estoy y sin embargo no me ven. Me siento observada, escucho las voces que se entremezclan en mi mente agónica. Rostro de porcelana, ensoñación eterna de serena lejanía, parálisis de rutas eléctricas, químicas y cósmicas. Me siento tallada en porcelana, muro que no transpira sentimientos, ahogándome en emociones sin lágrimas que derramar.
Siento la porosidad del ensueño, de la piel que me encarcela mientras camino dentro de mi ser hacia ninguna parte. Y respiro. Respiro profundamente y el aliento fresco de la noche me convierte en ser no siendo. Nube de papel que mis manos ornamentaban la sedosa textura garabateando cielos de sueños, de niña escurridiza de trenzas y muñecas, ávida de alas cosidas a mi espada rígida.
No me veo pero me siento. Mis dedos acarician el rostro que contemplo, mi rostro ensoñador en la quietud de un instante eterno. Y siento la tersura de una superficie sedosa, tibia que dibuja mi nariz, los pómulos de un rostro en quietud petrificada por los años de exilio del amor. Recorren como finos pinceles el cuello de garza que me distinguía en las cenas familiares, imposible de ahorcar entre prendas y regalos de quienes pretendieron dármelo todo en un estuche de terciopelo. Y al perfilar mis labios, esos labios sellados por el silencio de lo solo expresado por la voz de las conciencias de quienes simularon pasiones, compromisos y viajes al fondo del alma, acerqué mi boca a la suya, a la mía. Un beso suave, una caricia en mi corazón soterrado en el glaciar de la existencia, un beso que pide vida, que exhala el amor que siento por ella, por mi. Un beso mágicamente correspondido. Unos brazos que abrazan mi cuerpo etéreo y me empujan hacia adentro, hacia mi misma, reacomodando mi alma en esa piel ahora viva, cálida, que vuelvo a sentir mía.
Y muy despacio, como si tuviera miedo de la luz de la noche, abro los ojos, los siento húmedos, grandes, mientras observo desde mi adentro, una realidad por escribir. El sol se despereza extendiendo sus brazos entre las calles de la ciudad... Oigo mis pasos sellando las aceras vacías, el eco de mi sonrisa en la voz de un niño que sale corriendo al colegio despidiendo a su madre avizora ante el paso de cebra, puente de aventura cotidiana del pequeño... Se dónde quiero ir. A donde nunca me atreví, a donde deseo estar, allá donde sienta que las páginas de mi vida no son el capítulo del libro de la vida de nadie.

José Mª Fuentes-Pila

 ***


Ensoñación abducida



"Cerró sus parpados movida por un acto reflejo de maternal protección hacia su niña interior, el hada de sus fantasías, el alma de sus anhelos. Se dejo acariciar por la tibia luz del foco sobre sus pelo, mientras la placidez en su desnuda sonrisa despojaba de toda tensión el resto de sus cuerpo. Se sintió  querida, acogida, confiada. No podía siquiera sospechar que nada de todo aquello era suyo, que todo fluía sin propósito ni conciencia del reflejo anónimo de un cielo azul en su cristalera".
LUIS CHICOTE

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