jose maria

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viernes, 1 de noviembre de 2013

UNA FOTO, UN PENSAMIENTO








FOTO: AUTOR: LUIS CHICOTE

UN PENSAMIENTO...

Huele a silencio espeso, húmedo. Mis ojos acortan la distancia hacia la oscuridad entre niebla o humo...Humo... Restos de humo, briznas que se mezclan con un amanecer que se abre paso agónico entre los pilares eternos de la noche. A un metro yace mi infancia. Las risas que salpican los ojos de jabón entre esponjas engarzadas en dedos paternales. Ese breve barco de la vida en el que transitaron mis sueños. Indios y vaqueros aprendiendo a nadar en un mar de fuerte oleaje movido por palmadas que se mueven como aletas sabias en el fondo de la bañera. Territorio de íntima desnudez en la autopista relacional de la familia, los nudillos en la puerta exigiendo el turno, bañera que oyó los alaridos de mi padre en los inviernos gélidos sin agua caliente, empeñado en que la ducha de agua fría era el salvavidas de su propia apatía vital.
Velero de anhelos, refugio de dolores adolescentes, laboratorio en el que hacer pompas de jabón con las lágrimas de la existencia, miro la bañera varada en las proximidades de la casa. La fábrica de sombreros desdentada se despide tras el velo de luz opaca.  Veo en mi mente ese mismo prado primaveral, mariposas haciendo garabatos en el aire, grillos que sierran la paz de la tarde en verano, el manto de yerba que acariciaba mi espalda, ahora insensible, buscando la vía láctea en las noches de septiembre asurado.
El dolor me recorre el espinazo hasta el hombro, giro la cabeza y no encuentro mi brazo izquierdo. Podré seguir escribiendo... La alambrada entre fincas ha sido la carrera de obstáculos de una existencia desesperada para niños disfrazados de soldados que han dejado su inocencia entre pinchos lacerados.
Ha dejado de llover.  Los gritos de una niña me despiertan de un lánguido dormitar. Avisa de mi presencia y oigo las voces de vecinos que deben correr hacia mi... Allí se quedó mirándome, en medio del charco, con sus botas catiuscas, sus rodillas embarradas, su pelo entrelazado con el barro y sus enormes ojos verdes intentando sonreirme para salvarme la vida. Entre la caperuza de nubes, el sol ilumina ese charco,  recordándome la luz que iluminaba al atardecer la bañera. Y en ese instante entendí que sobreviviría, devolviéndole la sonrisa a la niña... La última bomba estalló en la vieja casa familiar a la que me retiré hace 3 años.
Y de los labios de la niña, consiguió salir una hilera de palabras articuladas entre lágrimas de esperanza...
"La guerra ha terminado" ...




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