jose maria

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miércoles, 11 de junio de 2014

LUISÓN Y JONÁS






Luis y Jonás son amigos de infancia. Los dos nacieron en Puerto Chico, los dos embarcaron muy jóvenes entre cestos y redes, despidiéndose de sus familias a las que volvían a ver de año en año, sintiendo que la mar los había alistado para enseñarles sus misterios, el orden de las cosas. Luis, socarrón, fumador empedernido, había cambiado los cigarrillos de liar por la pipa hace muchos años. Nunca quiso ser patrón, porque el arte del pilotaje de los diferentes barcos en los que estuvo de la mano de Jonás fue siempre su instintiva pasión. Jonás, orondo, de espaldas descomunales, dotes de mando y mediador en los conflictos que pudieran producirse en la infinidad de cubiertas en las que alquiló su vida al destino, solía guardar sus manoplas de nacimiento en los bolsillos de su eterno chaquetón de franela.
-Oye, Chuli, hoy los libros pesan menos a la espalda ¿no?
-Es posible.-Respondió Jonás sin inmutarse.
- Parece que hay cambios en el barco del país... Dicen que cambia el rey. Y que está preparado... ¿Preparado para qué? ¿Hay estudios de Rey? Yo conocí a un chavaluco hace muchos años que quería estudiar pa Papa. ¡Qué jodio!
- Pues no sé, Luis. Yo de reinados solo recuerdo el de la Marilyn y mira como acabó la pobre. Pero solo se que un barco es como la tierra pero en movimiento, en viaje constante. Y la tripulación en el fondo manda frente a las aparentes decisiones del patrón o el capitán. Los motines no son buena cosa, pero a veces muestran la incompetencia del capitán obstinado que se adentra en la tormenta por sus cojones creyendo que los marinos son lacayos.
-Oye, Jonás, ¿Y no sería más fácil preguntar a los paisanos si quieren más rey o no? Porque muy ilustrado no soy, pero hemos recorrido mundo, y reyes quedan pocos. Y no parece que vaya peor al asunto por otras tierras.
-Pues debería, Luisón, debería. Pero con la que está cayendo parece que un poco de pompa y boato da tintes festivos,  aunque pinta tiene que en las fiestas del CArmen les damos mil vueltas. A mi me parece que si no nos pisan los huevos no rechistamos. Recuerda como echamos al francés, a cuhilladas entre cocinas y callejas. A mi me parece que cada ciudadano es rey de su pueblo. Cuando el pueblo es soberano, significa que no hay más poder por encima de él. Decide la forma de Estado en su prao. Los paisanos somos soberanos y súbditos a la vez, creo. Porque construimos la autoridad y a la vez formamos parte de ella. Pero amigo, cráneos privilegiados tiene el muelle del Estado, por lo visto.
-Ya, Chuli, osea que eso de preguntar, tararí que te vi. Cago en la! Entonces... ¿Cómo se decide si no se abre el dilema?
-Joder, Luisón... ¿Has estado leyendo a escondidas los libros en los que te apoyas? ¡Qué jodio!. Pero qué razón llevas. Solo decidimos se nos enfrentamos a un dilema. Si no, es como si decidiésemos, pero tiene toda la pinta de que al final otros deciden. A nosotros, porque desde esta estantería, no nos afecta, pero a ver cómo salvamos esta tormenta, que dura más que los inviernos de Terranova... ¿Te acuerdas?
-Pues sí, Jonás, esto está más negro que los cojones de un burro. Y como el "Tifón", ¿Te acuerdas? Si no es por la tripulación al completo nos vamos a pique... Y el tonto laba del armador con aquella vocecilla metálica en la emisora diciendo que no era pa tanto...  Bueno, Chuli, cuando apaguen las luces nos escapamos a tomar unos chatos. A ver si es
cuchamos algo de cordura en alguna tasca del barrio.
-Venga, que ya se van... A ver si un día de estos nos sentimos soberanos de nuestro destino como pueblo... Nosotros podemos esperar una eternidad, aunque daría cualquier cosa por poderme quitar estas botas aunque fuera un ratuco...

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