jose maria

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jueves, 7 de agosto de 2014

MANO


No somos conscientes del peso de nuestras manos, de la liviadad de los dedos cuando se mueven como alas de mariposa en el rostro del recuerdo, en la piel del presente.
Manos como racimo de pinceles que pintan caricias, que modelan sombras chinescas en los sueños del infante.
Mano que aguanta el peso del sufrimiento, que no suelta en las fuces del precipicio. Mano que explora la piedra que el cincel modelará. Mano que pinta nubes en el cielo del alma.
Manos como sarmientos enredados en la memoria, surcando la vida hasta la vejez. Manos agónicas que se despiden, manos frescas y diminutas que se agarran al dedo de la existencia representado por su pulso. Manos que se buscan, que se encuentran, manos sinapsis de amor y complicidad, como dentritas que transmiten las descargas del movimiento.
Manos como mazas, manos que desgarran y que tiemblan, manos de miedo y valentía. Manos que muestran la flacidez del espíritu de quien la extiende sin respeto, sin saludo, sin presencia. Manos que sangran el esfuerzo de sobrevivir, dedos que abren zanjas de esperanza en la tierra de los necios. Manos amigas que no conocen el color de las manos de alambre y espino en tantas franjas donde als manos se elevan sin ser vistas.
Manos sabias, mapas de vida y experiencia, cartografía de pasiones y fracasos. Todas nuestras manos se entrecruzan formando un gran telar. El del pensamiento y la acción que peude cambiar la realidad.
PD. O MI MANO ES DEMASIADO GRANDE, O ESTA CRISÁLIDAD DE VIDA, NIETA, ES REALMENTE RECOGIDA, LA JODIA!

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