...Sombra de una letra inspirada en Boris Vian, recuerdos entre sombras que emergen entre lunas que ejercen de farolas suspendidas en las pasiones de juventud. Calles sombreadas por poemas fallidos, por cuartillas de sueños de rebeldía convertidos en aviones de papel. Sombras de primavera, de Malasaña convertida en escenario de sorpresas, de absenta y guitarra, de conversaciones que actuaban en el alma como palancas que moverían el mundo que cada uno llevábamos en nuestro ser.
Sombras que nos protegieron y nos hicieron parecer clandestinos en el amor y la amistad, en la exploración de un mundo por descubrir. De políticos que salían ojerosos de las prisiones del miedo, de jóvenes que ya no corrían delante del grito de la dictadura, de hombres y mujeres que crecían llevando sus ilusiones por bandera. Ilusiones de piratas aguerridos, de soldadesca de la libertad que blandían los instrumentos, cuando no el lápiz y papel, la pluma o el cincel... Sombras que se iluminan al recordar a mis amigos de siempre. A Enrique, Chema, Alberto, entre eL Parque del Oeste, Alonso MArtínez, Bilbao, Quevedo, tirando para Amaniel cuando el lobo solitario anunciaba el esplendor de la Luna en la ciudad de la Luz que cada uno llevábamos como candil y guía de caminos angostos. Tambor, PAco el Canas, Eduardo, José María el Rocker, Mario, mis hermanos danzando todos como espíritus sonámbulos y con buen aspecto, no como los jovenes de las películas. Sombras en las que se quedaron atrapados corazones huidos de sus propias vidas entre las redes de la heroína y la voracidad del VIH. Y la Luna. Ese bar sin nombre que tantas veces mi inspiró, que fue refugio de amarguras y encuentro con la felicidad. Sombras de MAdrid, iluminadas por la bahía de las emociones que todavía, después de 30 años, al escuchar al bueno de Mario con su guitarra, me hace sonreir y continuar explorando la vida, aceptando la vulnerabilidad y sumando experiencias al saco de la existencia... Lo cual quizás sea...Vivir.
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