Sangre concentrada en las lágrimas de las vides,
fermentación sanadora del frio y el miedo, el vino es sagrado, fuente de
inspiración y locura. La biblia menciona más de 400 veces el líquido elemento,
fermento de vida, sangre por las venas de la tierra. Tradición judío cristiana,
tesoro de los conventos, monjes guardianes de su elaboración y distribución
durante siglos. El aroma del corcho es el golpe de la belleza de los sentidos,
la embriaguez del abrazo del vino a la madera, del tiempo de barrica buscando
con sus dedos invisibles los aromas, frutas y oleadas de vapores. Es descanso
su aromática presencia en la nariz, inspiración de sueños al dejar que llegue a
los íntimos recovecos del cerebro. Escondido, el alcohol se pliega a su
grandeza, salvo que la vanidad del paladar lo convierta en enemigo del alma.
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