Aguantaron años, muchos años los bares como botes en la surada. Marucho,
Silvio, el bueno de Basilio, para quien tengo un recuerdo especial,
Tino y san Fermín. Calle que se esconde en la historia de la ciudad,
calle que es historia de la ciudad. Tetuán, Molnedo, Bonifaz, la vieja
Plaza, la breve alameda que separaba la calzada. El subir y bajar, el
bajar más que el subir desde Miranda, como si de una montaña rusa se
tratase esa cuesta pindia que relaja su tirada de pronto.
Tetuán es calle porque es vida. Surgió de las sombras de la mano de los
vecinos quqe empezaron a sentir la necesidad de gritar barrio en su
barrio. Hosteleros que escucharon y apoyaron. Tetuán es corriente de
vida, pero también de angustia. Explosión e incendio, incertidumbre y
sacrificio, lágrimas de desesperanza, solidaridad de los vecinos. Las
noches de coloridas farolas no deben hacernos olvidar de las necesidades
de quienes más arriba gritan a los de abajo para construir la calle de
TODOS. Puerto Chico es uno de los más bellos relatos de lo que somos los
santanderinos. Y Tetuán, como parte de esa historia, como atalaya de la
esencia de lo que fuimos, preserva en su memoria, en sus blancos, en
sus rabas, en sus cantares, la memoria colectiva de lo que seguimos
sintiendo que somos. Gracias, vecinos, por recibirmos siempre como de
casa... Aunque a decir verdad, por proximidad con la botica, de casa
soy. Un abrazo
JMFP
No hay comentarios:
Publicar un comentario