Ocupado está el mundo en el brillo de los sables en la noche triste.
Ocupado de cerebros que no entienden a su mente, haciendo garabatos en
el Excel dorado de la riqueza mezquina que enajena la voluntad.
Ocupados los pergaminos de tachones de historia que se relame sin
releerse. Ojos ocupados de lágrimas que no saltan hacia afuera, ocupando
el alma amarga.
Ocupado está el patio de balones de sueños, que la vida patea por encima de los muros donde los árboles cabecean.
Ocupado está el mar de chapapote, red de chatarra que parecemos, escupiendo al mar la bilis que torna el azul en gris.
Ocupado está el hospital, el circo del existir, por domadores de almas
que en el alambre cuelgan malabares de talento, al servicio de un
instante de recreo.
Ocupada esta la vida que deja el teatro vacío,
ocupado el silencio entre gritos y lamentos que ensordecen las campanas
que no voltean las mañanas de la villa marinera.
Ocupadas las manos
viejas que tejen toquillas de abril, ocupado el vientre joven por
latidos que avisan el devenir. Ocupado está el pecho de angustia ajeno
al fresco de las alas que sombrear los colores. Dan relieve en un
ensueño, dejando sin ocupar cada alma que se ocupa en ser libre,
desocupando el tiempo, dejándolo mirarse en los ojos que no se ocupan,
solo miran.
Ocupado esta, si, lo está el corazón de pulsiones,
aldabonazo de amor, en la presencia que al dibujar con la paleta de
palabras se ocupan de la risa, la tallan tan despacio que a veces
pierden el tren de la mirada en tan atenta ocupación.
Ocupado, dice
el imbécil cuando el otro pide asiento con el hombro solidario que de
pie queda en el pasillo solitario del autobús sin parada.
Ocupado el
gentío anda, comprando felicidad, corran que esta de saldo, negra la
rebaja en viernes para júbilo del que ocupa nuestras vidas en miserias.
Ocupado anda el mundo no se muy bien en que. Prefiero desocuparme y mirar un rato el mar. Mi mar, tu mar, nuestro mar.
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