Llora en el reclinatorio, cerebro
que siempre creyó que era ese día, el de su boda, evento de su amor probatorio.
Mente, bella y confiada, de
blanco imaginada, curvas cambiantes cada noches, destellos de cielo y mar en
cada alba, ojos de agua marina que rompe el compromiso de absurda fidelidad,
alianza subyugada por columnas marmoleas, barrotes de una prisión sin ventanas.
Corre Mente, bella novia, de la
mano de la ventisca, mal avenida pareja, racional y emocional, tonta
descripción de lo que dice ser el alma mortal.
Mente, bella y viajera por
caminos de sueños, mente altanera, que salpica de deseos cordilleras de
pensares que no filtra pensamiento, llave inglesa del cerebro, adormilado en el
lecho, flácido en su mirada anhelante de su amada.
Cerebro desnudo, entre collares
de neuronas, ondulaciones de luz, retratos de memoria pasada, solo escapa a la
ventana de su frontis, con el beso de su mente, alma que córtex acaricia,
iluminando de fugaz electricidad corazones olvidados.
Paralizado cerebro en el altar de
un saber ya escrito, aterrado ante el velón apagado, grita su angustia entre
vidrieras de luz que en blanco y negro el alma deja, huérfano entre mente y
cerebro.
Corre cerebro, búscala, es la
traductora más bella de tus extrañas manivelas para ver, corre, cerebro, la
necesitas para crear, pues sólo ella conoce los misterios que permiten
burbujitas de amor entre surcos y hemisferios.
En la orilla de la vida agoniza
la desnudez del cerebro, derrame de saberes enredados en ovillos del absurdo,
tuercas, cargadores y casquillos, lupas, compases y lentes del viejo
microscopio.
Abandonado en su orgullo, susurra
entre sollozos el anhelo de un amor sin más cifras que las notas de rabel cómo
cima que no alcanza.
Y sus manos desnudas sacudieron
el bulbo, cerebelo amortajado que despierta y el pecho inflama. Mente desnuda,
de azul mirada que atraviesa la galaxia de juguete del cerebro, senos
turgentes, colores de arco iris, rubíes que buscan el límbico, entre hipocampo
de giralunas, imaginaciones que sacuden el deseo por esas dos bellas dunas.
Mente, amante, amada, libre
corazonada, desatas el cinturón de cerebro, besas su córtex frontal, anulas la
razón impropia de quien la convierte en obsesión.
Mente que explora y encuentra el
timón duro, latente, mástil sin velamen, trapío de ansiedades que mente cuelga
cual deseo, la mayor, amor, empujada por la fuerza del deseo, recoge el miedo,
la tristeza y la pataleta, ira cuarta emoción, concentrando entre barriles del
viejo ron.
Vuela un Pegaso de bellas alas,
mente y cerebro, moviéndose al compás, sabedores de que el vuelo es latido de
ese enorme corazón.

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