Recorta el camino de la cartulina la tijera, entre manos infantiles de
lengua fuera, de proyectos de estrellas, de murales de sueños, puertos y
varaderos. Tijera que abre las agallas del lucio, entregando el
soldadito que se tragó entre corrientes. Mares pegados al alma recorta
la tijera del sastre del océano, rematando costas imposibles, perfiles
de muchos que fueron nadie.
Recorta la tijera la rosa de papel, cometa sin más hilo que las manos que señalan su destino, allá en la luna ciega por un día luminoso.
Tijera que la muerte llora en su corte suave del hilo de la vida, que transforma en vestimenta de amor los mantos de nubes.
Tijera, corta por las líneas punteadas del odio y de la ira, no temas
cercenar en un descuido el dedo autoritario que somete los muñecos de
papel.
Recortables que se quedan sobre la mesa del mundo, trocitos de almas que buscan pares para bailar al viento.
Tijera, busca los relatos del amor entre miles de textos en papeles
desangrados por la estúpida presencia de un relato de metal, que suena a
hueco.
Recorta mundos de palabras, minúsculos y bellos, para poder
entregarlos a los ojos de todos aquellos pajaritos de papel y piel que
aman en libertad.
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