Me miro al espejo del agua y, la
verdad, me sigo viendo guapa. Muy guapa. Ya me lo dice Raúl, que es el único
que me piropea desde que nací. Ahora me lo dice desdentado y cazallero, con los
ojos vidriosos, no sé si de los blancos, los sol y sombras de la tarde o los
tintorros de la retirada de su propio campo de batalla que es la vida. A veces
no le veo los ventanucos porque se cala la boina hasta las cejas y le cierra la
mirada, así, como guiñando la vista, muy a lo Gary Cooper, pero entre pasiego y
purriego. No sé quién fue el mamón que acuñó esa chorrada, “como la vaca
mirando al tren”, en metafórica alusión a una cierta imbecilidad que es propia
solo de los seres humanos, a caballo entre la perplejidad y la risa nerviosa cuando
no tienen nada que decir frente a una humillación. La mala leche de muchos hace
que acaben teniendo un cuajo con sabor a amargura permanente. Y mis hermanas y
primas hermanas llevamos dando leche de la buena desde el principio de los
tiempos. Qué manía de poner en el Belén un buey. Vaca, era una vaca. Hasta los
angelitos de Murillo tienen esos coloretes por la alimentación divina de nuestras
espléndidas ubres. La verdad es que
cuanto más veo este espejito mágico, más me cabreo. Mi leche ya no vale nada y
Raulito ya no puede tirar de la cuadra. Mira que era fácil la vida antes.
Quizás por lo sencilluca. O Raúl nos guiaba por la carretera, o nosotras le
marcábamos el camino buscando los pastos frescos de este maravilloso valle en
el corazón de Cantabria. El agua fresca me encanta. Rumio menos. Y me recuerda
el sonido del mar pegándose con los acantilados que al final suplican un poco
de calma al sentir que su chulería se convierte en voluntad de los mares.
El otro día me regalaron un a
iPad, o algo así. Hasta Raúl tiene uno en el que se pasa la vida, o mejor
dicho, el dedo, viendo tetas que a mí misma me sorprenden por su tamaño. Yo
paso la pantalla con la lengua, un poco incómodo, porque se nubla el
cristaluco. Pero he podido comprobar que cualquier día algún laboratorio
inventa la leche. La madre que los parió. Que si leche de soja, que si omegas,
minerales y vitaminas. ¿Estamos locos? Me único héroe es el franchute sabio,
Pasteur, un fenómeno, aunque aquí tampoco nos quedamos cortos con el bueno de
Cajal. Pero que manía de toquetear lo que es en sí mismo bueno. Es como los
niños. Tienen de todo. Ingenio, inocencia, creatividad, risa, iniciativa, amor,
y van los mayores y les dan de todo para que les pese el saco de la vida antes
de vivirla, sin saber qué hacer con tantas herramientas que no siendo suyas,
tienen que aprender a utilizarlas en un mundo que, además se inventan para que
jueguen a los monstruos. “Paz y amor, Lucerita, paz y amor”, me dice el viejo
Raúl cuando me ordeña con mimo. Igual le quedó el latiguillo de su época de flores
en la boina, porque no me imagino en Ibiza de porros hasta las cejas. De paz,
poco, la verdad. Por lo que veo y oigo. Así que prefiero pensar que el amor no
es una mera idea romántica de los jóvenes que se besan detrás de la loma Vieja
mirando al mar. Hay amor en las manos de Raúl cada amanecer, en su lento
caminar con un ramo de margaritas que cada miércoles deja en la tumba de su
mujer que se fue hace más de 30 años. Hay amor en sus caricias a Raulito cuando
viene cansado del Centro de Tecnología Alimentaria en la capital, donde dirige
proyectos. Hay amor en el viento cuando limpia el aire, en las lágrimas de
emoción por el bienestar del otro. Hay amor a raudales, por ahí, desperdigado.
Es como el polen, lo lleva el viento y anida en almas que cambian su mirada,
porque dejan de ver pasar el tren de la vida como si con ellos no fuera.
Yo creo que el amor está danzando
entre la lluvia y el sol, en los castillos de piedra quebrados que parecen
emerger del mar desnudando su base a la baja mar. En el silencio que deja
pensar sin necesidad de explicar lo que no podemos entender. En las nubes que
descargan la lluvia fina alimentando las verdes barbas de la tierra. En la
leche, materna o no, cuidado. Porque yo doy la leche con amor. Me llama Lupita
para rumiar pensamientos. Es un poco cotilla, pero reconozco que cuando está de
humor, lo pasamos de maravilla repasando la política nacional y viendo estudio
estadio. Raúl nos ha puesto una tele en la cuadra. Igual me animo y un día de
estos me abro un perfil en Facebook. Ya veré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario