jose maria

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lunes, 23 de noviembre de 2015

SALUDO A NOVIEMBRE

Camina Noviembre por la senda de las tardes que se apagan como cirios al soplido del amén.
Gabán de amplias hechuras, largo y lacio pelo negro, buscan sus ojos azules los amores de diciembre. Noviembre, que con un pie en la tumba, no toca el amanecer, entre santos y difuntos se redime con la brisa de un sol que no calienta, un mar que no reposa, entre tormentas de anhelos.
Cansino lleva el paso el mes que nos visita en la fila del calendario, busca su par, como cada mes. Espera paciente la voz que de lejos llega en calma, entre frescos de verano, jardines de primavera, se acurruca en el regazo de la madre Otoña, como un niño que no crece, como un viejo que transita entre ser, estar y observar.
Campiña terrosa, afán de los cuidados de lo que no se ve, noviembre alienta los latidos de la vida, vigila su existencia, discreto y fiel escudero de la nevada en ciernes, la que viste de novia a la tierra con su gentil frialdad.
No es novio, noviembre, es padrino de boda entre diciembre y abril. Escondido entre columnas, ermitaño de estaciones que, al pasar, ni le saludan, guardián de lugares cuyos sueños anuda.
Es noviembre señor sin trono, vagabundo de poema, enredado entre amoríos, para podar los espinos.
Luz de noviembre, reflejo de los ojos que miran un horizonte sereno, calma que inquieta el alma, nana de noche larga.
Siéntate, noviembre, estira tus manos tibias a la lumbre de la vida. Sin ella eres fantasma, sin ti, ella se duerme.

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