Es el paso de ansiedades y de
urgencias, el guepardo en diez segundos, es también veloz.
Veloz le llamaron sin saber que
su pulso era la lentitud del ocaso de la vida. Veloz la señora que no pide
permiso a la guadaña para cobrarse una factura.
Veloz es el impulso del amor
entre espinazo y corazón, sacudiendo de un manotazo a la atolondrada alma que
sin prisa se define.
Veloz es la bala, tan veloz cómo
el dedo en el gatillo, como el golde quijada, que Abel recibió por lento. Veloz
es el tiempo en los ojos de quien miedos siembra en su huerto de podridos
frutos que la tierra escupe por las prisas.
Veloz es el deseo hasta la boca,
la imagen que se agita y que se marcha como el sueño más glorioso que veloz
marcha de la almohada. Veloz es el viento de la estancia, la que flota entre
estrellas, tan veloces que parecen paradas, esperando el guiño que las diga,
¡corre estrella hasta el umbral de la muerte cósmica!
Veloz es el llanto del recién
nacido, quejoso de un mundo seco, sin saber qué hacer con el abrazo que no es
mundo submarino.
Veloz la palabra cuando es
esquiva y el dardo apunta al corazón entre las uvas de la ira.
Veloz la sonrisa que aparece sin
misterios, la carcajada que resuena en el desfiladero de paso al mundo dibujado
entre retales.
Veloz es el clic de la vieja
cámara, esperando ver su obra en el tendal del revelado. Veloz es la mentira
entre las calles de sombras que no quieren más verdad que la contada en la
sonata de cabezas de metal.
Veloz es mi sur, cuando me lleva
más allá del nordeste, entre alfileres que son rocas, que sorteo hasta tu alma.
Veloz es el deseo, siempre atento
y pendenciero, siempre alerta al enemigo, ese lento dinosaurio que dice aburrir
sus pasos agrietado las carreras de los hombres.
Es veloz la lengua que siempre quiere
ganar al corazón, pero que lentamente se retrae cuando el veneno corre veloz
por las arterias de los árboles.
Veloz hachazo, veloz el quiero
todo ya, aquí y ahora, veloz la adolescencia. Corre, no dejes que te atrape la
sombra de los adultos, adúlteros de creatividad.
Veloz anda el valiente para
salvar al amigo, el cobarde en su huida, dejando al pairo la vida. Veloz la ira
que ruge, ajena a la reflexión, monja que lenta recorre el patio de rosas en
flor.
Veloz quiere ser la comida, veloz
el triunfo que pisa las cabezas de quienes no compiten. Veloz la olla, que se
ríe de la cazuela, veloz el coche que pisa el zapato del andarín.
Veloz siembra tramposa de múgatenos
sombríos, engaño al sol y a la luna, azuzando al viejo ser, planeta que pide
paciencia sin más escucha que el cielo. Para un instante, por favor.
Y en ese momento de paz, tu boca
es paz, esa paz que no interesa en las prisas de la guerra. Para, amor, dice el
planeta, porque la lágrima es lenta, como adagio de un horizonte que por veloz
que sea, la ignominia no toca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario