jose maria

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jueves, 21 de enero de 2016

POR DEBAJO DE LA PUERTA...

Por debajo de la puerta llegan los barquitos de ultramar. Sueños tallados con su pluma de remar.
Puente de luz y de sombra, por debajo de la puerta la silueta se desliza entre pasillos, como sendas de tibia madera, a la espera del poema que la puerta abre el corazón.
Por debajo de la puerta, rendija de mundo, mirilla de deseos, los pasos escucha, la respiración se agita.
Sed de su presencia al ver la esquinita de papel. Se mueve como polluelo que rompe el blanco cascarón, se desliza cómo orilla del amor que alarga el alma entre los dedos.
Por debajo de la puerta corren los poemas, versos de verdades que el alma dicta, bebedizo que le tumba en la playa de su amada atalaya, su boca silenciosa que relata el silencio de los mil versos que tunelan la vieja puerta del mañana.
Ciento tres veces al amor se deslizó por debajo de los montes de madera.
Ciento cuatro días, noche ciento cuatro, en el columpio de la espera.
El poema que no llega, los tacones que no suenan, corazón que se diluye en la ruptura de la acomodada cadena.
Ciento cuatro días, noche que dibuja la sombra propia, relato entre paredes de quien ama entre palabras.
Por debajo de la puerta, solo una breve nota, solo una palabra, solo la sacudida del silencio, del adentro y el afuera.
Cuerpo que reclina sus temores, que anhela y no quiere leer.
Dentro y fuera, besos soñados, regalados por debajo de la puerta.
Ciento cuatro noches...
Abre. Decía el poema.

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