jose maria

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domingo, 20 de marzo de 2016

NADIEDAD. Entre nadie y soledad

Nadiedad es invisible, la confunden con Navidad, su presencia siempre expresa su verdad. La que se desliza entre letras, acaricia las cortinas que ocultan cómo un velo, la trastienda de la vida, lamparilla, mesa y taza, en un solo aroma que escapa de la vieja cafetera.
Nadiedad no se esconde, simplemente no la ven los ojos que en el espejo no se paran a mirar la belleza de soledad. Nadiedad busca entre las ruinas niños sin identidad, amores que soterrados quedaron bajo cascotes de alaridos de dolor. Nadiedad busca el sosiego de algarabías eternas, gente que se encadena entre abrazos y contratos, que se ponen en hileras para producir quimeras.
Nadiedad inventa oraciones que solo escucha la luna, se cuela por los pasillos del sanatorio de sol, cuenta las camas vacías, los recuerdos y amoríos de los tísicos que por tos, como locos fueron presos del cuidado de los muros.
Nadiedad, de boca fina, nariz recortada con las tijeras de niños, senos breves, acarician sus manos de hilandera. Pelo dorado, desaparece entre luces que recuerdan voces de antaño, Nadiedad es cazadora silenciosa de recuerdos. Los encuentra pegados a carpetas y cabeceros, entre cristales marchitos y galerías desiertas. Recuerdos que en su cesto guarda, aquí y allá entre despachos, camas desechas y habitaciones por restrenar.
Nadiedad, entre nadie y soledad, un beso perdido encontraron y el manjar se repartieron, para buscar entre nadie la soledad que acompaña, esa que tanto temen los desbocados mortales, esa que no se entiende cuando nadie está presente, ni pasado echa la mano para salvar el vacío.
Nadiedad, sonrisa amable que nadie ve porque nadie está en el teatro del mundo. Nadie acude a la función, lleno el patio de almas que susurran sin que nadie entienda su soledad. Es el mundo el que está solo, es el mundo el que el llanto bebe de su amiga soledad, esa que tanto se apresta a sentarse cuando no hay nadie para hacer compañía a quien quiera hablar sin más ton que el son de una sonata fallida, la del amor imperfecto que Nadiedad creó, para volar abrazados uno y otro.
JMFP

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