Costalero de sueños, silencios entre arenales, entre calles angostas, caminares perdidos al son de los tambores.
Costalero, espalda tan ancha cómo el Atlas, resignado en la pena de la
virgen de la luna, esa que no quiere ver el amor sufrir, esa que el
llanto canta a la luz del candil.
Costalero, cada hombre cada mujer,
costal de esfuerzos, peso con peso, hombro con hombro, sin penitencia
pasan por cada paso un sueño. Costalero que las imágenes no ves, que
entre rendijas arrastras las verdades entre cirios, entre semanas de cantos, como la vida muda que cantarte no quiere, costalero.
Costalero fiel, adornas tu mirada de esfuerzo, muerta la pena, sonríes al amor de la verdad.
Paseas cruces en tu alma de costalero, guerrillero del silencio, templa
el paso a la vida, encendiendo en la cordura la vela de la locura.
Costalero, custodio, guardián de amores que en el rincón de la iglesia
ya no reza solo calla, entre faldones y tules que preparan el final.
Pero en tu costal siempre está el amor que profesante a tu virgen luna
del alma, esa que te sonríe entre calvarios de piedra.
Duerme,
costalero, reposa la espalda en las aguas de aquel que llamaron Jordán.
Cierra los ojos y vuela, no hay peso en tus hombros limpios, platea de
sudores de una vida que huele a pan, vino y amor.
JMFP
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