Ojos que no esconden la pasión, escena tras escena, entre velos y
telares de titubeantes labios, largos dedos alcanzando en la noche los
sueños enredados a los cabellos. Cremallera que en la eternidad se
pierde, cabeza de chorlito dice el padre, la que no discierne.
Novia, siempre acuosa la mirada de mar de estrellas, reloj entre sus
pechos, espera y dibuja cada paso en la llegada. Novia, la novia en el
parque de infantiles juegos, la espera, la noria que marea y atolondra.
Novia, escribana de amor sin compromisos, inventora del banco de piedra
en la estación del olvido. Novia sin sombrero, alero de risueños
girasoles que se mueven en el lienzo de su espalda. Novia que no es
madre porque es novia, que no envejece en su afán de correr a los brazos
de un amor que abrasa el alma, forja de un regalo pasajero.
Novia, entre el café y la caña, entre cartas que son viento de inmediato
cartero en el teléfono que es puente. Novia, memoria viva en cada
instante, retratista de imágenes en miniatura, Bosco travestido entre el
cielo y el infierno, purga su amor en la tierra de los ciegos de amor.
Novia, esculpida con la genial presencia de la luna en la solapa de su
clavícula desnuda. Novia danzante, novia del artista, novia del imbécil
que se queja de su cojera, novia del ángel y el demonio, novia del mar y
de la más vieja pradera.
Novia de pasos breves, invisibles, de
inquebrantable fe en su amor de enredadera. Novia silenciosa,
parlanchina en la presencia, brinda por el futuro incierto, convirtiendo
en cierto el presente que se bebe como vino sacramental.
Novia,
negros los ojos de noche, frunce el ceño entre agujas de madera que
tejen la más bella historia de un amor escrito a golpes de alas, tan
esbeltas, tan abiertas, que en el vuelo dijo adiós a ese traje blanco
que de novia llaman, para amar en desnudez su más íntimo deseo. Ser
amada.
Es la alianza el amor, sin más ataduras que las miradas, que
los cuerpos enredados, que los sentidos en danza, festín de la alegría,
entre lágrimas en el taxi, viendo pasar la lluvia, esperando el sol de
junio, la emoción de la escapada a la cabaña anhelada. Así ronda la vida
la novia, blanco su alma, sin más altar que la arena de la última
playa.
JMFP
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