Tristeza, bella dama de noche, sombra de día que se alarga sin certeza
entre senderos de miradas que al suelo miran. Tristeza, compañera de
viajes que en el último vagón del viejo tren recorres los raíles de
lejanos sueños. No llamas a las lágrimas que se secan como la flor del
almendro en la primavera helada. Tan solo pasas páginas de absurdos
libros que nadie titula por miedo a sus propios miedos. Madre de
monstruos imaginarios, cantas las viejas nanas de ojos que se cierran mirando la noche entre diluvios de sonrisas que guardas en tu armario de caoba.
Tristeza, ángel que se posa en la ventana de la ridícula alegría,
testigo de los golpes de la vida, de la realidad marchita que niega ese
patético optimismo que la felicidad reclama.
Tristeza, inspiradora
verdad que no proclama salmos de esperanza, mecedora de una espera que
no exige danza. Quietud que acaricia los seres alados, reafirmando su
presencia en la cuna de musgo allí, en el claro del bosque escondido.
Bosque de sueños perdidos. Tristeza, honesta acompañante, sincera en tus
compases, en la voz que no atormenta, en los pasos que no pesan.
Liviana tristeza que dices para, al alma que se ciega en el arrebato del
sufrimiento, boya que surge de la profundidad de un mar violeta, mira a
sus ojos cansados de pena, besa sus párpados, acaricia su pelo. Pero
hazlo solo para despedirte de ella. Regálale la sonrisa en paz, la
libertad de amar, el gozo de la vida entre rondas de dibujos que te
ilustran con infinita belleza.
Tristeza, posa desnuda al contraluz,
mueve tu rostro levemente, mírame sobre el viejo y pálido horizonte.
Trazo tus bellos rasgos en el lienzo sepia de una vida que apergaminada
no tiene más miedo que el de no reconocerse en el espejo de la eterna
marea que la ola espera.
Tristeza, camina sola por un tiempo. Ya te
encontraré entre pasillos que con laberintos confunde, entre angostas
calles de mañanas macilentas. Pero ahora camina sola, porque no te
necesito, tan solo como crisálida debe convertirse en la más bella
mariposa que siempre ha sido en mi pensamiento.
Tristeza, loca
enamorada de la luna, es fácil encontrarte confundida entre sótanos y
cárceles, en manicomios y cementerios, aunque tu palco ocupas cuando al
abrirse el telón de la última función, sin aplaudir observas esperando
el canto más lejano de tu viejo corazón.
JMFP
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