Cinco minutos más, esos que a la vista del infante resultan una
eternidad, siéndolo para la madre que se lo repite una vez más. Cinco
minutos más para prolongar una risa, para evitar un saludo, para abortar
un encuentro, atajo de la responsabilidad. Cinco minutos más, aguanta
que ya llega la ayuda, solo son cinco minutos más, esos que cuando la
vida parece huir del pecho, la voz cercana se agarra para escuchar la
sirena, quizás de la salvación.
Cinco minutos
más, prórroga de la prórroga, lo suficiente para explicar, para dar y
tomar, como aliento y solución de lo que no puede esperar.
Cinco
minutos más, los que la almohada le pide al joven que el despertador
odia solo pensando en la jornada escolar. Cinco minutos más, una copa
multiplica los minutos en horas muertas, refugiado en la soledad de la
vieja barra del bar.
Cinco minutos más, en el abrazo consciente, en
la mirada serena, el tiempo suficiente para grabar en la mente ese
instante de paz.
Cinco minutos más, enlenteciendo el paso para
evitar el llegar, cuando el amor acompaña al arcén de la estación. Y el
tren que remolón, el último beso no niega, anuncia un nuevo retraso,
cinco minutos más.
JMFP
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