jose maria

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sábado, 5 de agosto de 2017

¡CUENTISTA!

Cuentista, ¡Eres un cuentista!, le dice la madre al niño, entre el dolor de cabeza y la cagalera, al borde del examen con la proclama de vago. Cuentista es el quejica, mal asunto para el mortal que se pasa la vida en la queja sin respuesta que acomode la agresión con la teja del edificio de valores que tapa el decir qué mal. Cuentista, trovador de verdades que escondes entre dibujos de colores, eso que parecen mentiras, cuando no rosario de fantasías. Es el cuentista el empeño de hacer creer al otro que lo que dice es oro, no del que cago el moro. Es cuentista trapecista de patrañas, pero tan cierto es esto como que la tela de araña de verdades e indicaciones, llenan el pecho de galones que arrecian en las hordas de valores.
Cuentista, violinista de un concierto de desafinadas trompetas, esas que los muros de Jericó, cuenta el clero que derribaron. Pero el cuento es interés, moraleja a los cuatro vientos, la metáfora del mundo que se pasma de lo cierto. Es cuentista ser de no mucha valentía, quizás porque la verdad contada ha sonado a carcajada en el juez que es arte y parte, y que decide que es cuento, cuando la vida es cuento que se lo lleva el viento, salvo que la historia cuaje entre guardas y portadas. Porque el cuento es también hilo que suelta la mano que de verdades se llena. Y que a golpe de cruces, de espada o de votos robados por el discurso del hambre, son cuentos que al fin y al cabo, convertimos en artículos inamovibles del ser.
Cuentos de baratijas contaron los españoles a los indios americanos, para después con su cuento, desguazar el continente de los que para ellos eran simples liliputienses.
El cuentista dejo sembrado el rol de quienes son malos. Y a la conveniencia del todo, la parte han etiquetado. Padrastro y madrastra dicen los cuentos que de fiar no son, y que si muestran amor, es síntoma de traición que con el tiempo se expresará. Así, entre cuentos, Alicia, Cenicienta y Blanca Nieves, huyen buscando acomodó en otro lugar que la voz de quien sigue el diapasón de lo que infeliz es ser, con el atracón de perdices que sin ton ni son describen los tan iluminados autores.
Cuentista, creador de parches en los agujeros del miedo, farero de barcos cargados de historias que en los puertos se acaban pudriendo.
Es el cuentista vasallo y señor de su paupérrima realidad, esa en la que todo es verdad salvo su alma escondida en el lucero del alba, ese guiño que le dice, sigue el cuento y no te pares, que tejer la realidad es conversar desde el alma.
Y el cuentista sigue cantando que el amor es arco iris, que sus saltos son encuentros de cafetines y calas. Y por mucho que le llamen cuentista, el sigue siendo el artista que ilumina la sonrisa por un instante sagrada, fuera del circo de vida que ni sol, ni tres pistas tiene.
JMFP

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