Es la tierra, planeta de cristal, frágil y azulado, espejo de la luna,
maquillada de coqueta alcahueta de la noche. Espejos llegaron a las
costas, vírgenes de polizones de barbas y piojos, violando el espejo del
agua manantial de vida de América. Espejos a cambio de oro, espejo de
codicia, sífilis del alma, gonorrea de verborrea palatina.
Espejo es
la presencia que refleja mis estancias, las más íntimas, escondites de
aventuras de una vida por leer. Espejo es el cerebro, entre neuronas que brillan y comentan divertidas que la realidad no es real.
Espejo es el mar donde sin mirarte te mira, para sacudir vestidos de largas colas de espuma.
Espejo es la ventana golpeada de lágrimas de cielo gris, lluvia sanadora que trasluce mi semblanza como sombra que sonríe.
Espejo es cada cuadro, cada relato ilustrado, cada gesto emocionado de mi encuentro con esa dama llamada vida.
Espejo es la valentía, el coraje y la justicia, la honesta idea de la
muerte en el vivir. Espejo que se rompe con el miedo a nuestros ojos,
como cuencas vacías de amor, desconocido fantasma que cristaliza en no
mirar.
Espejo en la cantina, mirando a través del vaso la existencia
del revés. En el horizonte amarillo, olas de dunas, espejismo que hace
espejo al anhelo de llegar.
Espejo es el que el presente despliega,
juego de espejos que ríen, lloran, saltan entre pasiones que se hablan,
se redoblan, agarradas las imágenes entre espejos que atraviesa la
Alicia que hay en el fondo del jardín. Y tras el espejo la encuentra,
apoyada al viento, sin más espejo que la idea, la de ser y del sentir,
ajena al mundo de espejos que sólo la quieren repetir.
JMFP
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